La
revolución de 1868 constituyó un gran fracaso. Por restaurar se
entendía estrictamente restablecer la dinastía borbónica y crear
las condiciones necesarias para mantenerla; lo cual suponía la
vuelta al más puro moderantismo liberal.
1. El retorno de la dinastía borbónica.
Tras
el golpe del general Pavía, el general Serrano encabezó el gobierno
y dedicó todos sus esfuerzos a poner término a la guerra carlista.
Los oficiales alfonsinos, la burguesía catalana y los círculos
ligados al negocio ultramarino constituyeron un grupo de presión que
preconizaba la restauración de la dinastía borbónica.
A
finales de 1874 el general Martínez Campos proclamó el Sagunto ante
una brigada de soldados a Alfonso XII como rey de España.
Así
comenzó el periodo de la restauración, que pretendía restablecer
el régimen liberal moderado anterior a 1868.
2. Las primeras medidas de Cánovas.
Para
lograr esto, Cánovas se dedicó a intentar alcanzar una conciliación
general entre todos los monárquicos.
a) Primeras medidas del nuevo régimen y búsqueda de apoyos.
Durante
1875 las primeras medidas del nuevo régimen consistieron en: lograr
el apoyo de la iglesia, suspender los periódicos de la oposición
que habían florecido en los años anteriores, otorgar a la iglesia
la potestad de juzgar muchos escritos, conseguir un Ejército amigo
reincorporando a los mandos que habían sido eliminados por el
sexenio; y, para evitar futuros pronunciamientos militares, el rey
sería un efectivo jefe supremo del Ejército.
b) El centralismo administrativo.
El
centralismo se hizo patente en la reorganización de las Diputaciones
Provinciales y Ayuntamientos. Se restringió la participación
ciudadana en las elecciones de los cargos; se determinó que en las
poblaciones de más de 30.000 habitantes los alcaldes serían
nombrados por el rey, y que los presupuestos provinciales y
municipales deberían ser aprobados por este.
3. La constitución de 1876.
El
congreso se dividió entre los defensores de la unidad católica y
los de la tolerancia dentro de la línea de la constitución de 1869;
al final se llegó a una fórmula ecléctica: la constitución
estableció un Estado confesional, aunque permitió el ejercito
privado de otras religiones.
La
breve constitución de 1876, otorgaba al monarca la facultad de
nombrar al jefe de gobierno. Se suspenden la mayoría de derechos
individuales reconocidos por la constitución de 1869. Esta
constitución permanece en vigor hasta 1931.
4. El sistema político oficial.
El
sistema político de la restauración se basaba en la existencia de
dos grandes partidos, el conservador y el liberal.
El
partido liberal- conservador (conservador) se organizó alrededor de
su líder, Cánovas, y aglutinó a los sectores más conservadores y
tradicionales de la sociedad. El partido liberal- fusionista
(liberal) tenía como principal dirigente a Sagasta y reunió a
antiguos progresistas, unionistas y algunos ex republicanos
moderados.
En
cuanto a diferencias, los conservadores se mostraban más proclives
al inmovilismo político y a la defensa de la iglesia y del orden
social, mientras los liberales estaban más inclinados a un
reformismo de carácter más progresista y laico. Pero, en la
práctica, la actuación de ambos partidos era similar.
Cuando
el partido en el gobierno sufría un proceso de desgaste político y
perdía la confianza de las Cortes, el monarca llamaba al jefe del
partido de la oposición a formar gobierno. El nuevo jefe de gabinete
convocaba elecciones con el objetivo de construirse una mayoría
parlamentaria suficiente para ejercer el poder de manera estable. El
fraude en los resultados aseguraban que estas elecciones fuesen
siempre favorables al gobierno que las convocaba.
5. El sistema político real: caciquismo y fraude electoral.
La
alternancia en el gobierno fue posible gracias a un sistema electoral
corrupto y manipulador que no dudaba en comprar votos, falsificar
actas y utilizar prácticas coercitivas sobre el electorado,
valiéndose de la influencia y del poder económico de determinados
individuos sobre la sociedad. Todo este conjunto de trampas
electorales es conocido como el pucherazo, la sistemática
adulteración de los resultados electorales.
Pero
en todo el proceso era fundamental la figura del cacique; estos eran
individuos o familias que, por su poder económico o por sus
influencias políticas, controlaban una determinada circunscripción
electoral.
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