Filosofía cartesiana

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PENSAMIENTO DE DESCARTES

I. EL MÉTODO: EL DISCURSO DEL MÉTODO. 
¿Por qué hace falta un método? Porque debemos saber qué hay que buscar, qué problemas son relevantes, qué tipo de leyes hay que buscar. Se trata de ordenar, orientar, controlar el conocimiento. No hay que esperar que el mundo tenga orden, sino imponer un orden en nuestra búsqueda… pues ese orden será el orden de la realidad. El modelo es la nueva Física, la de su amigo Galileo. ¿Qué tiene esa física que no tenga el resto de saberes o la filosofía anterior? Pues que “funciona siempre”, da resultados y es comprobable por todos mediante la razón, mediante las matemáticas que todos entendemos y compartimos. Por eso, el modelo de saber serán las matemáticas y su forma de operar o reglas que utiliza. Recordemos lo que decía Galileo: “El mundo está escrito en caracteres matemáticos”. La ciencia es el único saber que es ajeno a la opinión, que avanza más allá de los problemas políticos, morales o sociales que tengan los hombres. Hagamos lo mismo con la Filosofía, veamos cómo conocemos para, después, ver qué podemos conocer. Vale. Entonces, ¿en qué consiste un método? En reglas, como las que usan las matemáticas o, más exactamente, la geometría. Veamos cuáles son las cuatro reglas del método que utilizan las matemáticas:
1. Primera regla: Regla de Evidencia: “Nunca acoger nada como verdadero si antes no se conoce que lo es con evidencia (…); y no abarcar en mis juicios nada que esté más allá de lo que se presentaba ante mi inteligencia de una manera tan clara y distinta que excluía cualquier posibilidad sin duda”. Así, sabremos que un conocimiento es cierto si es evidente. Hemos dado, entonces, el CRITERIO DE CERTEZA: será la evidencia: claridad (claro: lo que se presenta de modo inmediato) y distinción (claro e incondicionado, per se). Y esta evidencia se da por INTUICIÓN ( “Luz Natural de la Razón”) , que no deja lugar a dudas, nace de la sola luz de la Razón. Un acto que se autofundamenta y se autojustifica. Así, la garantía de la Verdad son la claridad y la distinción: la evidencia, que será:  Inmediata (Intuición).  Derivada (Deducción).
2. Segunda regla: Análisis: “Dividir todo problema en tantas partes menores como sea posible”. Nos libramos de ambigüedades e iremos hasta la intuición, que requiere de la simplicidad. (Simple: Es todo aquello cuyo conocimiento sea tan claro y distinto que la mente no puede dividirlo más. Reglas para la dirección del espíritu, 1628).
3. Tercera regla: SÍNTESIS: “Conducir con orden mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer para ascender poco a poco, como a través de escalones, hasta el conocimiento de los más complejos; suponiendo que hay un orden, asimismo, entre aquellos cuyos objetos no preceden naturalmente a los objetos de otros” (Supone ya la intuición, implica un cierto movimiento o sucesión de la mente, no solo “iluminación”, y depende de la memoria). Una cadena de razonamientos, que se corresponden con la realidad. Si no está clara esa cadena, la suponemos mediante alguna hipótesis conveniente. Se da la Deducción. El caso es que volvemos a encontrar el mismo objeto, pero ahora penetrado por la Luz de la Razón.
4. Cuarta Regla: Enumeración y Revisión: Así, solo hay conocimiento mediante la intuición y la deducción.

II. LA DUDA METÓDICA 

 Vale, ahora que tenemos el método del conocimiento, apliquémoslo, pongamos en duda todos los conocimientos que se dan por verdaderos, dudemos de todo: “Alguna vez en la vida hay que dudar de todo”, nos dirá Descartes. Esto es lo que se llama la duda metódica , con la que combate, además, el escepticismo de la época. Pone todo en cuestión excepto las verdades religiosas (no quiere tener los problemas que tuvo Galileo con la Inquisición. De hecho, su primera obra fue un escrito sobre física y astronomía, Tratado del mundo, pero al ver los problemas de Galileo con tanto juicio, decidió deshacerse de él y abrir camino con el Discurso del Método, para dejar claro que la ciencia era la mismísima razón puesta en práctica). Las matemáticas siempre se han atenido a estas reglas. Descartes cree que se pueden aplicar a todo el campo del saber ¿Por qué? Porque si las matemáticas funcionan es porque siguen este método, es decir, la Verdad no pertenece a las matemáticas, aunque estas se hallan muy cerca. Las matemáticas no son más que un sector del saber, pero que tienen la ventaja de haber seguido desde siempre este método. Así, aplica el método al saber tradicional, a ver si podemos encontrar evidencias:
- A los sentidos: Nos engañan muchas veces, no nos podemos fiar. No podemos fiarnos de que las cosas sean como las percibimos.
- Las cosas que percibimos: Puede que los sentidos nos hagan percibir mal las cosas existentes, pero esas cosas existen… o no; imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño. ¿Qué mundo es real y cuál no? En el sueño ponemos en duda la existencia de otros cuerpos, mentes… Incluso mi propio cuerpo (veremos que sólo nos fiamos de nuestra mente).
- La Razón y su poder discursivo: Tampoco hay evidencias, existen errores: paradojas, paralogismos…
- Matemáticas: Despierto o dormido, siguen siendo ciertas. Pero… y si existiera un Espíritu maligno que me engañara… (quiere decir con esto Descartes que tal vez mi entendimiento sea erróneo por naturaleza, que quizá las matemáticas sólo existan en mi cerebro y yo vea el mundo matemáticamente, pero ello no implica que el mundo esté escrito en caracteres matemáticos. El conocimiento sería relativo al hombre, podría existir otra verdad en el caso de que existieran otro tipo de seres racionales…)


III. LA CERTEZA FUNDAMENTAL

Entonces, ¿qué me queda?, ¿de qué no puedo dudar? Pues, muy sencillo: no puedo dudar de que dudo. Es decir, yo pienso: eso es indudable, aunque pueda estar equivocándome, pero estoy pensando. (Algo que ya había dicho San Agustín: “Si fallor, sum”, si me equivoco, soy). Que pienso es algo evidente, algo que se me aparece como claro y distinto: aquello que buscábamos con el método. Luego, hemos llegado LA CERTEZA FUNDAMENTAL: “Cogito, ergo sum”, “Pienso, luego soy” Sólo por hecho de pensar sé que existo. Pero, ¿y si me engaña el “genio maligno” también aquí? Si me engaña, no hay duda de que existo: el hecho de equivocarse implica existencia con respecto a una verdad, y esta será una de las demostraciones de la existencia de Dios, basada, precisamente, en la imperfección del hombre. (De nuevo San Agustín). Aunque esté formulada lógicamente, utilizando ”ergo” o “luego”, no se trata de una deducción, de una inferencia causal, sino de una intuición. (Es decir, que el hecho de pensar no es la causa de que existamos). Así, la certeza es nuestro YO, nuestra CONCIENCIA, nuestra EXISTENCIA, que es clara y distinta en tanto que es pensante. ¿Cómo no iba a ser la certeza fundamental?

IV. LAS IDEAS
 Ahora bien, ¿el método me da a conocer realmente el mundo? ¿Acaso sólo percibimos una porción del mundo?, ¿O simplemente nos quedamos en que existimos? Bueno, sigamos con el método: ahora debemos deducir todo lo que podamos a raíz de aquella primera certeza. ¿Qué tenemos? El pensamiento, esto es, la conciencia: pensamiento en actividad. Algo debe de pensar: Ahora bien: hablamos de “ideas” no en el sentido tradicional de esencias o de arquetipos de lo real, al estilo de Platón o San Agustín, sino como presencias reales ante la conciencia. A ver, hablemos de las ideas: o Para el pensamiento anterior, yo miraba primero el mundo, y entonces sabía de las ideas. Ahora no, primero vamos a las ideas. o Como formas mentales son indudables, porque tengo de ellas una percepción inmediata; pero, en la medida en que representan una realidad distinta de mí, ¿representan alguna realidad objetiva más allá de mi conciencia o son simples ficciones? o Así, hemos de tener en cuenta dos aspectos en las ideas: o Son actos mentales, o modos del pensamiento. oPoseen un contenido objetivo. En tanto que actos mentales, todas poseen la misma realidad, son iguales; pero, en el segundo punto, son diferentes. Hagamos un análisis de los tipos de ideas que pensamos, y encontraremos: Tres tipos de Ideas:
1. Ideas Artificiales: Facticias: Aquellas que construye la mente a partir de otras ideas (caballo con alas, unicornio, orco, etc…)
2. Ideas Adventicias: Estas sí parecen provenir de nuestra experiencia externa (hombre, árbol…) y se refieren a cosas por completo distintas de mí. ¿Son realmente objetivas? Sabemos qué son la claridad y la distinción: aquello que se capte con la misma evidencia que el cogito, pero, ¿captamos igual los objetos exteriores, con claridad y distinción, de forma evidente? ¿Y si las facultades sensibles nos engañasen? Ya sabemos que los sentidos nos engañan y que la memoria tampoco es fiable... es imposible responder afirmativamente.
3. Ideas Innatas (serán su “aval”): Las que encuentro en mí, en mi conciencia, nacidos con ella. Por ejemplo: “pensamiento”, “existencia”, “Dios”, “sustancia”, “causa”, “extensión”, “número”…
 Estas ideas son innatas, es decir, que nacemos con ellas y están en la razón misma. No son inventadas ni vienen de los sentidos. Es más, salta a la vista que se trata de ideas más perfectas que las anteriores, acerca de las que no podemos albergar dudas, porque están ahí y todos nos entendemos con ellas porque, como hemos dicho, no dependen de nada exterior. Por eso, son claras y ditintas: evidentes. Como hemos dicho, sólo por hecho de ser pensadas, como acto mental, existen ya, pero ¿serán estas las objetivas, verdaderas? Bueno, pues elijamos la más elevada y perfecta de todas, la que ha de ser la más objetiva (está repitiendo la idea de los grados del ser de Platón, San Agustín y Sto. Tomás para decir esto): la idea de Dios. (Además, es de lógica: Dios será lo más real porque de existir habrá de ser sumamente perfecto: el ser más elevado). Así, ¿existe objetivamente Dios, más allá de ser una idea innata de mi conciencia?

V. DIOS: PRUEBAS DE SU EXISTENCIA.

 Demostrar la existencia de Dios es asegurar que yo existo y que el mundo existe. Dios es la garantía de que existe una objetividad conocida por una subjetividad, es la garantía de que existe la verdad. Es además, la base de toda la metafísica de Descartes. Tratará este tema en su mejor obra (y, ojo, de aquí proviene el texto de la PAU: la Tercera Meditación), la conocida como Meditaciones metafísicas, de 1641, aunque su título real sea Meditaciones sobre la filosofía primera, en las que se demuestra la existencia de Dios y la distinción del alma respecto del cuerpo. En total son 6 meditaciones:
1ª.- Habla acerca de la duda.
2ª.- Alcanzamos la certeza del yo o alma.
3ª.- Existencia de Dios Texto de la PAU
4ª.- Por qué los humanos cometen errores.
5ª.- Una prueba más de la existencia de Dios como ser perfecto.
6ª.- Distinción entre alma y cuerpo. Pasemos a ver las tres pruebas de la existencia de Dios que aparecen en esta obra:

1. Basada en la Idea de un Ser Perfecto y la Causalidad: Si tenemos esta idea es porque es el efecto de una causa. La causa ha de ser igual o incluso más perfecta que el efecto (principio metafísico de origen medieval). Descartes piensa que el hombre puede encontrar en sí mismo la causa de gran parte de sus ideas, pero no la de un ser absolutamente perfecto, pues el hombre es un ser imperfecto como pone en evidencia su duda y el hecho de que es FINITO, sabiendo que ha nacido, por ejemplo, y que tiene una historia. Luego, no puede ser la causa finita de un efecto infinito, ha de venir de un ser igualmente infinito: Dios. Causa infinita de una Idea infinita.

2. Basada en la Imperfección y Dependencia de mi Ser: o Soy consciente de mi imperfección, me doy cuenta de ello porque dudo (y de la aspiración jamás satisfecha a la felicidad y a la perfección): Si fuese absolutamente perfecto y la causa de mi propio ser, me habría creado como sabio, no como ignorante. o Soy contingente, no sólo he necesitado de otro para existir, sino que soy incapaz de mantenerme en el ser, sé que voy a morir. Hay una causa de que yo perdure en el tiempo, de que mi vida sea una fatalidad. Sé que no me he creado, no soy mi causa, soy el efecto de otra causa, igual que mi existencia. o Luego, Dios es perfecto y necesario, pues si no lo fuese, tendría que haber una idea superior, que no la hay, y que un creador anterior, lo que nos llevaría a una cadena infinita de creadores… Pero esa cadena no puede ser infinita, pues, si así fuese, no podríamos dar cuenta de nuestra existencia. Luego Dios existe, su idea es innata y es el sello o huella que Dios ha dejado en nosotros por habernos creado. (“Si fallor, sum”, de San Agustín).

3. Argumento ONTOLÓGICO: Del análisis de la idea se concluye o deduce su existencia fuera de ella. Es decir, que la esencia implica la existencia. Veamos la prueba, tal como la expusiera ya San Anselmo, en el s.XI: Dios es aquello de lo cual nada más grande puede pensarse. Cuando el ateo dice “Dios no existe”, sabe que habla y piensa en un ser del cual no puede pensar nada más grande. Y si lo piensa y habla de Él es porque la idea de Dios se halla en su intelecto. Pero cuando niega que Dios exista lo que dice es que no existe fuera de su intelecto, es decir, en la realidad. Y en esto consiste la contradicción: Si piensa que Dios es el ser del cual no puede pensarse nada mayor, y al mismo tiempo niega que exista fuera de su pensamiento, se verá inducido a admitir que es posible algo más grande que Dios, que no solo existe en el pensamiento sino también en la realidad… vamos, que no es posible pensarlo como existente en el pensamiento, pero no en la realidad, pues es obvio que podríamos pensar en un ser “más grande”, es decir, que sí existe también en la realidad. Este es el argumento que recoge Descartes, expresando en la Tercera Meditación las siguientes ideas:
- Dios es un ser absolutamente perfecto.
- Considera que el existir en la realidad es una perfección.
- Considera que la existencia es una propiedad que aporta perfección a las ideas que poseemos.
- La existencia necesaria y eterna está comprendida en la idea de un ser absolutamente perfecto.
-Así, en la idea de Dios está comprendida su existencia del mismo modo que en la idea del triángulo está el que la suma de los 3 ángulos sea 180º.
-Ahora bien, ésto ocurre sólo con la idea de Dios, pues en las otras ideas encontramos solo la posibilidad de su existencia. Sólo la idea de Dios es absolutamente necesaria. Que la existencia se sigue necesariamente de la esencia de Dios es algo evidente para Descartes. Con las cosas sensibles si pensamos por un lado la esencia y por otro la existencia. Para la idea de Dios es diferente, y sólo por costumbre pensamos en en él como si de una cosa finita se tratara. Bien, luego el resto de las ideas son posibles existentes, pero no necesarias. ¿Cómo podemos saber si existen entonces? Hasta ahora conocemos dos cosas con seguridad: el YO y DIOS.


VI. EL MUNDO Y EL ERROR EN EL CONOCIMIENTO: 

Pero, ¿y el MUNDO? Pues es fácil: Dios no puede mentir. Ya sabemos que existe Dios y, como es sumamente perfecto, también ha de ser sumamente BUENO y VERAZ, y, si él nos ha creado, significa que podemos perfectamente creer en el testimonio de nuestros sentidos y nuestra razón, pues él no podría engañarnos. Lo que significa que el hombre está capacitado por su propia naturaleza para conocer la Verdad. Ahora es cuando podemos rechazar aquellos motivos de duda, la hipótesis del genio maligno y la vigilia y el sueño. Luego las ideas INNATAS son VERDADERAS, y las ADVENTICIAS se forman a partir del MUNDO, que existe por OBRA de Dios. (Consecuencia del influjo del mundo exterior sobre nuestros sentidos. Estas ideas adventicias son el conocimiento empírico). Dios es la garantía de la verdad, de nuestro conocimiento, y de nuestro método. Es más, la Intuición es, también, concesión de Dios. Ahora ya podemos decir que las ideas innatas y los principios en lógica y de la física -como“de la nada nada sale”-, así como las mismas leyes de la física… son todas innatas. Innatas en el sentido de que poseemos todas las verdades potencialmente, pues un niño no posee aún la idea de Dios, de Infinito, pero sí la puede encontrar en su razón. Eduardo Recuero Carazo Página 10 Fomenta así Descartes la idea del carácter deductivo de las ciencias, menospreciando el experimento: la Verdad está en la misma Razón, y se puede deducir aplicando el método. La inducción, el método basado en la observación, es absolutamente secundario. Pero, si esto es así, ¿cómo es posible el ERROR? El error lo es siempre del hombre, nunca de Dios. Ocurre porque no siempre nos mostramos fieles a la claridad y la distinción. Tenemos la capacidad de conocer con nuestras facultades, siempre que hagamos un buen uso de ellas. Hay que seguir siempre el método, como las matemáticas. Este error tiene lugar en el JUICIO, pues en éste intervienen el INTELECTO y la VOLUNTAD. El intelecto no se equivoca, sino que errar viene de la presión de la voluntad sobre éste. Así, tomamos ideas aproximativas y confusas como si fueran claras y distintas. Por lo que soy el responsable del error . Afirmar esto significa tener una gran confianza en el hombre, pues de él depende alcanzar la Verdad, mediante la Razón, mediante la Ciencia. VII. METAFÍSICA: LAS TRES SUSTANCIAS Así, ya podemos hablar de la ESTRUCTURA DE LA REALIDAD está compuesta por tres esferas o ámbitos de la Realidad: 3 SUBSTANCIAS:
1. Substancia Infinita: Dios.
2. Substancia Pensante: Res Cogitans: Mente o Alma.
3. Substancia Extensa: Res Extensa: Mundo. Definición de Substancia, para Descartes: “aquello que no necesita de otra cosa para existir”. Literalmente, sólo Dios sería substancia, pero podemos utilizarlo para hablar de aquellas naturalezas que solo necesitan el concurso divino para existir, y de ese modo diferenciarlas de aquellas que no puedes más que descansando en otra naturaleza, como las cualidades (o accidentes de Aristóteles). Ahora bien, conocemos las substancias inmediatamente, sino por sus ATRIBUTOS, “sus propiedades principales, las que constituyen su naturaleza o esencia y de las que dependen todas las demás propiedades”; y por sus MODOS : “modificaciones o variaciones no esenciales de los atributos” o “formas de darse”. Quedaría de la siguiente forma:  DIOS RES COGITANS RES EXTENSA ATRIBUTOS -Necesidad -Infinitud -Bondad -Pensamiento -Independencia -Pensamiento -Extensión (profundidad, anchura y longitud) MODOS -Imaginación -Memoria -Voluntad -Pensamiento (en sentido estricto) -Movimiento -Figura -Tamaño (todas las propiedades describibles matemáticamente) Así: o Res Cogitans: La mente humana: vida psíquica, consciente, “conjunto de actividades conscientes o que pueden hacerse conscientes a la voluntad, a la que conocemos por su atributo: el Pensamiento. Y existen diferentes modos de pensar: la imaginación, el sentimiento, y la voluntad (Ojo: “facultad” reconvertida en modo de un atributo). o Res Extensa: el MUNDO. Vimos que DIOS era bueno y que no engañaría ni a nuestra razón ni a nuestros sentidos. Así conocemos el mundo mediante las ideas adventicias, es decir, aquellas que nos llegan desde una realidad externa a la conciencia, que no es su artífice, sino su depositaria. El hombre conoce el mundo a través de los sentidos, que son pasivos receptores y mediante la imaginación, que es un modo de pensamiento. Ahora bien, seamos razonables, apliquemos el MÉTODO: entre todas las cosas que me llegan a mí desde el mundo exterior a través de las facultades sensibles, solo logro concebir como idea clara y distinta: la de EXTENSIÓN: ¡que es una idea INNATA! En eso consiste el mundo, en pura extensión. Lo podemos conocer, por tanto, por su atributo la extensión, que consiste profundidad, anchura y longitud: las tres dimensiones espaciales de la física. Es la única propiedad que podemos predicar acerca del mundo.
- Así, existe sólo una materia en el universo y la conocemos porque es EXTENSA.
- Pero, este atributo de la extensión, se da de diferentes modos o formas: movimiento, figura y tamaño: ideas innatas. Luego el Universo es materia en movimiento en un determinado espacio: lo que estudia la Física. Ahora ya podemos decir: “Toda la Filosofía es como un árbol cuyas raíces son la metafísica, el tronco es la física, y las ramas que proceden del tronco son todas las demás ciencias”.


VIII. LA FÍSICA: EL CONOCIMIENTO DEL MUNDO 

Toma la división que hacen Galileo y Boyle a la hora de hablar de las cualidades de los objetos a la hora de hacer ciencia: Las cualidades primarias, serían extensión y movimiento, que son las cualidades de las que cabe un conocimiento “claro y distinto”, expresable matemáticamente. (Dios sólo nos garantiza la existencia de la Extensión y el Movimiento). Las cualidades secundarias, de las que no podemos asegurar que existan en las cosas mismas. Se podrá decir que incluso son subjetivas: color, sonido, gusto, olor y tacto (de las que no tenemos una idea clara y distinta). No pertenecen a las cosas, sino que son consecuencia de la constitución física de nuestros sentidos. Esta cualidades provienen de los sentidos, por lo que son una fuente de estímulos, pero no son el lugar de la ciencia, que es el de las ideas claras y distintas que se hallan en la Razón. Podemos reflexionar acerca del mundo (hacer astronomía, por ejemplo) mediante la razón (imaginación), que es activa, y ayudándonos en las facultades sensibles, que son pasivas. Habrá VERDAD siempre y cuando tengamos claro que el mundo es extensión y movimiento (ideas innatas), matematizable. (Por ejemplo: el color, que sería una idea adventicia; no podemos hacer ciencia a partir de él, que es una cualidad secundaria, ahora bien, cuantifiquemos, matematicemos: fotón, energía en movimiento, partícula extensa con determinada longitud de onda, etc… ya tenemos ciencia). Así, dirá “EL MUNDO ES UNA MÁQUINA”. No existe el vacío, “todo es MATERIA en MOVIMIENTO, y todos sus acontecimientos están causados por el choque de partículas que se mueven una sobre otra. El color, la luz, la fuerza magnética, el crecimiento y las plantas y cualquier otra función fisiológica (salvo las controladas por la voluntad humana) son casos particulares de esta acción dinámica. “Los espacios vacíos están repletos de éter” El mundo es como un inmenso RELOJ MECÁNICO, al que Dios dio cuerda para siempre, pues Dios insufló una “cantidad de movimiento” que permanece constante. Ahora explicamos el mundo mediante causas eficientes, no finales, como en la anterior física, la de Aristóteles. Así, el universo es SIMPLE, LÓGICO Y COHERENTE, como los teoremas de Euclides. Las matemáticas son el modelo de la realidad misma. Aquel mundo de las cualidades queda reducido a meras respuestas del sistema nervioso ante los estímulos del mundo exterior… nada de valores, fines, etc.. En la concepción precedente cada cosa tendía a su lugar natural, donde está ordenada en el marco de una visión jerárquica. Ahora ya no hay una dirección fija; el mundo simplemente “funciona”.  El mundo carece ya de rasgos humanos o consuelos religiosos. Si bien Dios garantiza que el mundo sea así, que lo podamos conocer y que lo ha creado… ahora está fuera del Mundo. El teólogo Henry More le preguntó “¿Dónde está Dios?” en su sistema físico, a lo que respondió: “nullibi”, en ninguna parte. Es más, tanto el cuerpo humano como los organismos animales son máquinas y funcionan de acuerdo con principios mecánicos “AUTÓMATAS”, semejantes a relojes. Lo que llamamos “vida” se reduce a una especia de entidad material a elementos muy sutiles y muy puros, que llevados desde el corazón hasta el cerebro por medio de la sangre se difunden por todo el cuerpo y presiden las funciones principales del organismo (de ahí su gran apoyo a Harvey). Para finaliza, señalar que en la Física de Descartes tenemos 3 leyes fundamentales que rigen el mundo y con las que podemos explicar y manipular la Naturaleza: 1. Principio de Conservación (de la cantidad de movimiento). 2. Principio de Inercia. 3. Cada cosa tiende a moverse en línea recta.


IX. EL HOMBRE: ALMA Y CUERPO. ANTROPOLOGÍA Y ÉTICA. 

Tenemos que la Realidad la componen la res Cogitans y la Res Extensa (dualismo dntológico), siendo Dios el creador y garantía. Todo es res Extensa en la realidad, incluso los animales. Sólo existe un ser en el que se encuentra al mismo tiempo las dos substancias: el hombre. Es lo que tradicionalmente se ha venido en llamar ALMA y CUERPO. Ahora bien, el ALMA es PENSAMIENTO, pero no VIDA, y su separación del cuerpo no provoca su muerte, que está determinada por causas fisiológicas. El alma es inextensa, no tiene nada que ver con el cuerpo. A diferencia de la tradición Aristotélica, la vida no es consecuencia de un principio espiritual, sino que es puramente mecanismo. Se trata de diferentes substancias, con diferentes atributos y modos. Así, el mundo extenso se explica mecánicamente, mientras que el espiritual sí puede explicarse apelando a causas finales y a la libertad. La ética o la política no son objeto de las matemáticas o la Física. Pero, ¿cómo explicar la interacción entre la mente y el cuerpo?, los movimientos voluntarios por ejemplo… En Tratado del Hombre, de 1664, nos dice que el alma está situada en la glándula pineal, donde reacciona con la sangre... habla de espíritus animales y sentidos… realmente no tiene ni idea de explicarlo y se mete en un berenjenal al tratar de dar una explicación biológica o médica, tal como se trataba de explicar todo en su tiempo. Pero, en esta obra analizará además otros postulados mediante los que tratará de explica la naturaleza del hombre o la génesis del dolor inaugurando un punto de vista mecanicista del cuerpo humano que será sin duda el paradigma médico que reinará en la modernidad. Nos va a decir que la medicina ha de actuar como una ciencia, no como lo que podríamos llamar hoy, pseudociencias. Eduardo Recuero Carazo Página 14 Respecto del Yo, la Res Cogitans, podemos afirmar que es LIBRE. En el Tratado sobre las pasionesdel alma, de 1649, no dice que tenemos que ser libres para dominar las PASIONES, que son percepciones o sentimientos que hay en nosotros y que afectan al alma sin tener su origen en ella. El origen de las pasiones está en las fuerzas que actúan en el cuerpo (espíritus animales o vitales). Pueden ser: 1. Fisiológicas, Involuntarias: Tristeza, cólera, alegría. 2. Psicológicas: Parece que actúan juntos alma y cuerpo: Deseo, esperanza, temor, amor, odio. 3. Morales: Las que se relacionan con el libre albedrío, son más propias del hombre: Generosidad. “Las pasiones agitan diversamente la voluntad, y hacen al alma esclava e infeliz” Por lo que la tarea del alma consiste en someterlas y ordenarlas conforme al dictamen de la razón. El “Yo” es pensamiento en sentido estricto (atributo) y VOLUNTAD (modo), principalmente, dirá Descartes. Luego, la Razón puede hacer todo lo que se proponga a la hora de actuar y de superar las pasiones, las “tentaciones”. Así la LIBERTAD consiste en elegir lo que es propuesto como BUENO y VERDADERO por el entendimiento: el sometimiento positivo de la voluntad al entendimiento. El pensamiento claro y distinto como norma del pensar y del vivir. La razón es la consejera. La Lógica, el orden, el método: libertad y felicidad. El conocimiento es libertad, como ya dijeran Sócrates y Platón. Es más, es una idea innata la libertad. Sólo cuando el hombre está en la Verdad es realmente Libre, pues ya no depende de fuerzas exteriores, sino de sí mismo. La virtud es la voluntad del Bien, esto es, de la Verdad. Y sólo es posible mediante lo que somos: La Razón. La sabiduría consistirá en tomar el pensamiento claro y distinto como norma del pensar y del vivir. Como se ve, su ética es bastante floja si la comparamos con otros autores de los que hemos visto. En el Racionalismo destacará Spinoza, con su soberbia obra Ethica, el que se dedique de pleno a ello, desarrollando todo lo que Descartes dejó sin explicar. Sí nos deja Descartes unas reglas para una “moral provisional”:
1.- “Obedecer las leyes y las costumbres de mi propio país, conservando con constancia la religión en la que Dios me ha dado la gracia de ser instruído desde mi infancia, y rigiéndome en todo lo demás con arreglo a las opiniones más moderadas y más alejadas del exceso que fuesen aprobadas comunmente en la práctica por los más sensatos de aquellos con quienes tendría que vivir”.
2.- “Ser en mis acciones lo más firme y lo más resuelto que pudiese, y no seguir con menos constancia las opiniones más dudosas una vez que me hubiese determinado, que si hubiesen sido muy seguras”. Aquí nos dice que tratemos de superar la incertidumbre y la indecisión, porque la vida no espera.
3.- “Procurar siempre vencerme a mí mismo antes que a la fortuna y modificar mis deseos antes que el orden del mundo”. Depende de mi razón (y de mi voluntad, que es racional) qué haga yo de mi vida. No puedo esperar el golpe de suerte o depender de los demás, como un pelele.
4.- Como conclusión de esta moral, Descartes propone cultivar la razón por encima de todo y aprender constantemente. Este intelectualismo moral es herencia de Sócrates. Es la razón la que da la medida del bien y del mal. En sus palabras: “pensé que no podía hacer nada mejor que emplear toda mi vida en cultivar mi razón y avanzar, tanto como pudiese, en el conocimiento de la verdad, siguiendo el método que me había prescrito”

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