Respecto a las CONSECUENCIAS DEMOGRÁFICAS, se han dado cifras muy diferentes para las pérdidas
demográficas: los muertos en el frente, por la represión, el hambre, las epidemias, la reducción de la natalidad en la guerra y en las posguerra. Los cálculos más aceptados estiman en quinientos mil muertos de la guerra y la posguerra. A ello habría que añadir la cifra de no nacidos y la pérdida de población joven. Otro elemento clave fue el exilio Doc. 19 republicano. Ya durante el conflicto, los "niños de la guerra" fueron evacuados a países extranjeros, pero el gran éxodo tuvo lugar en enero y febrero de 1939. En conjunto, se calcula que hubo unos cuatrocientos cincuenta mil exiliados.
Fueron muy importantes las CONSECUENCIAS ECONÓMICAS para el país. La guerra fue una verdadera catástrofe económica. Un dato revela su magnitud: la renta nacional y per cápita no recuperará el nivel de 1936 hasta la década de 1950. Estos fueron los principales elementos de esa catástrofe económica: la destrucción del tejido industrial del país, lo que llevó a la vuelta en los años cuarenta a una economía básicamente agraria; la destrucción de viviendas, comunicaciones, infraestructuras... ; el aumento de la deuda externa y pérdida de las reservas de oro del Banco de España.
Paralelamente, tuvo importantes y trascendentales CONSECUENCIAS SOCIALES. La guerra supuso una verdadera fractura del país entre vencedores y vencidos. Varias generaciones marcadas por el sufrimiento de la guerra y la represión de la larga posguerra.
Por último, la guerra tuvo importantes CONSECUENCIAS POLÍTICAS, ya que la victoria franquista supuso la creación de un nuevo estado dictatorial, que giró en torno al general Franco hasta su muerte en 1975.
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La Guerra fue el anticipo de la II Guerra Mundial. Así, cada uno de los bandos en guerra tuvo sus propios apoyos, en la medida en que cada una de ellos asumía como propia la ideología de los bandos combatientes, y su modelo de Estado y sociedad. El miedo a la extensión del conflicto hizo que Inglaterra presionara a Francia para que firmara junto al resto de potencias un Comité de No Intervención que perjudicó sobre todo a la República y que fue muy poco operativo en realidad.
3.A.- Los apoyos a la República
Este contó desde el principio con el apoyo de México, pero sobre todo con el de la Unión Soviética y un apoyo muy controlado de Francia.
La ayuda soviética fue abundante en material de guerra: carros de combate y aviones especialmente, que fueron pagados con el tesoro del Banco de España. También fue la organizadora de las Brigadas Internacionales Doc. 17 y 18, un elemento propagandístico de primer orden, con un número de entre 40.000 Y 60.000 voluntarios. Fueron acantonadas y entrenadas en Albacete, desde donde partieron hacia la defensa de Madrid y hacia algunas batallas posteriores.
3.B.- Los apoyos a los sublevados
La Italia fascista y la Alemania nazi no escatimaron su ayuda al bando de Franco. La ayuda italiana con el envío de 70.000 hombres fue la mayor numéricamente. La ayuda en material de guerra fue también muy importante. Alemania Doc. 22 envió escaso personal combatiente pero muy bien organizados, fue la Legión Candor. Sus instructores militares llevaron a cabo una importante labor de formación y mucho material que fue pagado en materias primas y, especialmente, en minerales (hierro, cobre, plomo o mercurio) de los que andaba necesitada la industria de guerra alemana. Otros países como Irlanda o Portugal enviaron pequeños contingentes de soldados, sin demasiada relevancia.
A pesar de que la ayuda recibida por uno u otro bando fuera similar, cabe hacer algunas consideraciones. En primer lugar, la ayuda italiana y alemana fue más rápida y decidida, además de generosa, ya que las potencias fascistas no exigieron el pago inmediato, y mucho menos por adelantado, del material suministrado. En segundo lugar, la ventaja estratégica inicial de la República se perdió en parte por esta ayuda. Un hecho decisivo como el paso del Estrecho del ejército de África, no hubiera sido posible sin los barcos y aviones proporcionados por Alemania. Por último, la ayuda militar a las dos partes contribuyó a que se prolongase la guerra, al incremento de las destrucciones económicas y a la pérdida de vidas humanas.
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2.A.- En la España republicana.
El estallido de la Guerra dejó a ambas zonas en una situación caótica a nivel militar, político, económico, etc. Esta
situación fue especialmente grave en el territorio leal a la República, donde el Gobierno se encontró con un poder paralelo en los Comités organizados por los partidos y los sindicatos obreros.
La pérdida del control hizo que se desataran algunas matanzas espontáneas y descontroladas de las que fueron víctimas derechistas, eclesiásticos y terratenientes. Estas disminuyeron a principios de 1937, una vez pasados los primeros meses de la guerra. El episodio más sonado fue el fusilamiento en Paracuellos de presos de Madrid.
Las primeras medidas políticas fueron por iniciativa de los Comités de los Partidos y Sindicatos obreros. El Gobierno Giral se incautó por decreto de algunas empresas y fueron igualmente inmovilizados los capitales. En el campo también fueron ocupadas las fincas de los propietarios huidos, también fueron incautadas todas las propiedades de la Iglesia. En la zona de Aragón ante el avance anarquista se inició un proceso de colectivización agraria.
En el verano de 1936 en la España republicana observamos dos tendencias: por un lado, comunistas, socialistas moderados y republicanos partidarios de encauzar la revolución hacia una economía de guerra que permitiera vencer a los sublevados. Por otro lado, anarquistas, trotskistas y socialistas radicales, convencidos de la necesidad hacer la revolución al mismo tiempo que la guerra. Estas tensiones internas debilitaron la capacidad de reacción de la República.
Desde agosto del 36, el Gobierno intentó regular las milicias para convertirlas en un ejército popular. En septiembre se formó un nuevo Gobierno de unidad, con socialistas, comunistas, republicanos y nacionalistas, presidido por Largo Caballero. Los enfrentamientos internos entre las fuerzas gubernamentales estallaron en Mayo de 1937, con los enfrentamientos entre socialistas, anarquistas y otras fuerzas sindicales y posterior juicio a drigentes POUM. Ante esto Largo Caballero dimitió.
El nuevo gobierno estuvo presidido por Juan Negrín, apoyado por el PCE. Se recuperó el control del Estado y se
restringieron las colectivizaciones. En el frente, las victorias de los rebeldes continuaron. Dentro del gobierno surgieron divisiones entre los que eran partidarios de una negociación, entre ellos el propio Azaña y algunos ministros, y los que, como Negrín, aún seguían pensando que había que llegar hasta el final. Tras la caída de Cataluña Azaña dimitió como Presidente y en Madrid el coronel Casado y otros militares crearon un Consejo de Defensa Nacional para intentar negociar la paz, Franco tenía muy clara ya la victoria y exigió una rendición incondicional.
2.B.- En la España sublevada
En el territorio sublevado existían muchas corrientes ideológicas, incluso opuestas, pero, aquí se impuso desde el principio una férrea unidad. Esta fue una de las causas más importantes que determinaron la victoria.
En el terreno militar, el fallecimiento de Sanjurjo en accidente de aviación facilitó el tránsito hacia la jefatura única. Desde principios de la guerra funcionaba en Burgos la Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Cabanellas. Esta decretó medidas como el restablecimiento de la bandera roja y gualda y la extensión del estado de guerra a todo el territorio. Sin embargo manifestó pronto sus insuficiencias en el terreno político y, sobre todo, en el militar, de tal manera que algunos generales se manifestaron a favor de la jefatura única, que al final recayó sobre el general Franco, que había visto aumentado su prestigio militar tras la operación del traslado del ejército de África, la rápida conquista de Extremadura y el impacto propagandístico de la liberación del Alcázar de Toledo.
El embrión del nuevo Estado tomó rápidamente un giro antirrepublicano para transformarse en "Alzamiento Nacional" y en "Cruzada" Doc. 14, con lo que se definían dos características fundamentales del Estado franquista: el nacionalismo español y el catolicismo. Con la proclamación de Franco como Jefe del Gobierno, del Estado y Generalísimo de los ejércitos se perfiló el caudillismo como, otro elemento del futuro régimen, al que se llamará después el "Movimiento Nacional".
A nivel político se produjo la unificación inmediata de todas las fuerzas políticas en abril de 1937 con el Decreto de Unificación Doc. 6 de tradicionalistas carlistas y falangistas (FET de las JONS). Este hecho, favorecido por el fusilamiento de José Antonio, fundador de la Falange, provocó una avalancha de afiliaciones al partido único. También la centralización del poder se organizó en torno al general Franco y del partido único. Con la Ley de Administración Central del Estado, se concedían amplias atribuciones ejecutivas, legislativas y judiciales a Franco. Esta centralización del poder determinó en la España franquista que todos los recursos fueran encaminados a ganar la guerra.
Cabe destacar el apoyo de la Iglesia Doc. 7 y 20, que apoyó totalmente el golpe llegando a denominar "Cruzada"
al levantamiento militar y la posterior guerra.
Paralelamente se inició la represión sobre sectores democráticos y revolucionarios, con dos objetivos: la eliminación del adversario y su paralización por el miedo. El terror se sustanció igualmente en ejecuciones individuales y en matanzas colectivas, como las ocurridas en Badajoz (agosto 36). Conforme fue avanzando la guerra y las zonas eran conquistadas esta represión se fue sistematizando
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