El concepto de razón vital no es un síntoma de concesión al irracionalismo. Ortega no va contra la razón, sino contra el racionalismo. La irracionalidad de los fundamentos en la que desemboca el racionalismo es debida a que entendemos por razón la “razón pura”. Esta irracionalidad desaparece si fundamentamos esa “razón pura” en la totalidad de la “razón vital”. Por esto, se califica la actitud filosófica de Ortega como racio-vitalismo.
La “razón vital” funciona desde el sujeto en su totalidad y en todas sus circunstancias, desde su determinada realidad social e histórica. Por ello, “razón vital” se concretiza en razón histórica porque la vida es esencialmente temporeidad, y porque comprende la realidad en su devenir.
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