Primeramente existen unas causas exteriores o internacionales. La Primera Guerra Mundial había cambiado muchas cosas en el mundo. En primer lugar el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia, que generó temor entre las clases burguesas al posible contagio revolucionario y esperanzas entre los obreros. Por otro lado el surgimiento del fascismo italiano y regímenes autoritarios en Europa Central, Japón y los Balcanes. Sin ser fascista, Primo de Rivera era gran admirador de Mussolini. En general se está produciendo una crisis de las democracias occidentales. Sólo Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos apostaban por el mantenimiento de la democracia. A nivel social aparecía como un sistema inoperante e incapaz de solucionar los problemas frente a los totalitarismos.
También existen unas causas interiores. Para algunos sectores de la sociedad española había problemas que solo podían ser solucionados con "una política quirúrgica que hundiera el bisturí en los males que aquejaban a la Nación". Había problemas económicos, con aumento del paro y la subida de los precios: tras la guerra mundial desaparecieron industrias provocando aumento del paro e inestabilidad social. Destaca también la grave situación del orden público: en Barcelona en 1920 hubo 300 muertos en atentados y en 1921 el presidente Eduardo Dato también fue asesinado en un atentado; la radicalización del socialismo con la fundación del Partido Comunista de España y de los anarquistas, junto al auge de nacionalismo catalán y vasco. Por último el agotamiento del sistema de la Restauración y la crisis de la monarquía parlamentaria: la fragmentación e inoperancia de los partidos políticos terminó de concretarse en los gobiernos de concentración que pusieron fin al "turno de partidos"; por otro lado encontramos el creciente protagonismo del ejército en la vida política: las Juntas Militares durante la crisis del 17 y los problemas derivados del desastre de Annual pusieron al ejército en el centro de la polémica política.
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