político-ideológicas, sociales, económicas e internacionales.
Las corrientes ideológicas liberales que emanan del liberalismo están presentes en la Europa de la época y eran conocidas en el continente americano, donde se convirtieron en el germen de las ideas independentistas. A esto se unieron dos ejemplos revolucionarios: la independencia de las colonias norteamericanas (1775-1783) y la Revolución francesa (1789-1792), que terminaron por configurar un ansia de autonomía que hundiría sus raíces en los años centrales del siglo XVIII. Los acontecimientos ocurridos en España en el siglo XIX proporcionarían nuevos argumentos ideológicos a los independentistas.
Causas sociales hay que buscarlas en la política colonial de los Borbones que sentó las bases para la formación de una conciencia de identidad nacional entre sectores de la población cubana. Las reformas ilustradas no habían mejorado una gestión política marcada por la marginación de los criollos, quienes constituirán el grupo social llamado a dirigir el proceso de independencia. Este grupo se encontraba excluido de ocupar altos cargos oficiales cuya titularidad se reservaba a los españoles peninsulares. Los criollos, en cambio, sí ocupaban un puesto de relieve social y económico en otros ámbitos como oficiales del ejército, lo que facilitó la adquisición de un sentimiento de defensa a la patria que, a la larga, se volvió contra la metrópoli, por lo que no es de extrañar su aspiración a conseguir el poder político que el centralismo español les negaba.
Causas económicas hay que buscarlas en el hecho de que Cuba era el mayor exportador mundial de azúcar, café y tabaco. España tenía el monopolio de su comercialización. Los Borbones españoles, con su centralismo y fiscalidad, provocaron un creciente malestar en las colonias americanas, al considerar éstas que sus intereses y sus necesidades no eran tenidos en cuenta, ya que la obsoleta política comercial propia del Antiguo Régimen les afectaba negativamente, al obligarles comerciar únicamente con España. El monopolio comercial disfrutado por España, que prohibía comerciar libremente con el extranjero, suponía la ruina de la burguesía criolla, partidaria de la independencia mercantil y de la libertad de comercio, aunque para ello fuera necesario alcanzar la independencia política.
Causas internacionales hay que buscarlas en el ejemplo de la independencia de las colonias británicas de Norteamérica y cómo las ideas liberales europeas influyeron en las élites criollas ilustradas. Éstas tomaron la iniciativa independentista aprovechando la guerra de la Independencia en España. La situación internacional, definida por los continuos conflictos entre la monarquía española y británica, había provocado el aislamiento entre las colonias españolas y la metrópoli. Esta situación sería aprovechada tanto por Gran Bretaña como por los Estados Unidos para ayudar a las colonias hispanoamericanas, deseosos por eliminar en el monopolio comercial español y comerciar libremente con el continente. El proceso se aceleró por la incapacidad de la metrópoli para acabar con las primeras insurrecciones militares que recibieron la ayuda económica y militar de Estados Unidos y del Reino Unido.
La oportunidad para llevar adelante los propósitos independentistas la proporcionaron las críticas circunstancias por las que atravesaba España en el siglo XIX (pérdida de su poderío naval, tras la derrota de Trafalgar, y crisis dinástica). Al principio, dentro de un marco jurídico-institucional que evitó el recurso a la violencia; después, el conflicto armado se hizo inevitable.
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