La pérdida de las colonias no sólo tuvo consecuencias territoriales, sino que la depresión moral en la que se instaló España va a ser el inicio del fin del sistema de la Restauración. Su crisis nos lleva a la dictadura de Primo de Rivera a la Segunda República y la Guerra Civil. Desde este momento el mito de la revolución liberal es sustituido por el de la regeneración nacional. El hombre como ser individual va a ser sustituido por nuevos mitos o entes colectivos: la especie, la raza, el pueblo, la masa, la clase social... todo ello representado colectivamente en el pueblo-nación, desplazado el individuo de donde lo había colocado el pensamiento ilustrado y liberal. La crisis del 98 puso en la escena política el debate sobre "el problema de España". El problema de España que va a marcar el siglo XX no era único, sino la confluencia de muchos otros: un problema socioeconómico ligado a la estructura de la propiedad de la tierra y al modelo de país mediterráneo en la industrialización del país; un problema político derivado del divorcio entre la España oficial representada por el sistema canovista y una España real que no tenía cabida en él; un problema regional, que era también el de la estructura de España o el modelo de Estado, tras el surgimiento de los nacionalismos y regionalismos; un problema religioso-cultural relacionado con la existencia de una tendencia que se refugiaba en la tradición católica como seña de identidad de España y otra que pretendía un Estado laico que permitiera la modernización del país; un problema militar, que una vez en crisis la Restauración y su principio de protagonismo civil, España observó como el militarismo quería volver a influir en la vida política nacional, esta vez desde posiciones tradicionalistas, conservadoras, católicas y nacionalistas españolas.
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