2. c. Justificación de la temática planteada en el texto desde la posición
filosófica del autor del texto.
La cuestión del ser (qué tipos de realidad hay) y del conocer (cómo el ser
humano llega a conocerlas) es expuesta por Platón en su teoría de las ideas. Esta
teoría constituye el núcleo fundamental del pensamiento platónico y es expuesta
de modo completo en La República. Así, en el libro VI de esta obra, Platón se
sirve del “símil de la línea” para explicar los grados de conocimiento y de realidad
existentes. Según este símil, si dos son los ámbitos de realidad existentes (sensible
e inteligible), dos son también los tipos de conocimiento: cuando el alma mira a
las cosas, su devenir, obtiene un conocimiento cambiante y mudable (dóxa,
opinión o conocimiento sensible), y cuando mira a las ideas, consigue un
conocimiento eterno e inmutable (epistéme, ciencia o conocimiento inteligible).
Así pues, la teoría de las ideas platónica queda configurada tanto en su
aspecto ontológico como epistemológico, es decir, señala la estrecha
interdependencia entre ser y conocer, entre las cosas y el modo idóneo de
conocerlas. Además, la gradación expuesta por Platón en el símil de la línea
apunta siempre hacia la máxima realidad de las Ideas, las cuales, a su vez, no
parecen tener el mismo nivel de importancia. En el mundo de las ideas hay ideas
fundamentales como las de “semejante” y “desemejante”, las de “par” e “impar”,
y otras no tan fundamentales como las ideas de “animal”, “planta”, etc. Con ello
queda claro que Platón establece una gradación o jerarquía dentro del ámbito
inteligible. A la idea suprema, idea de ideas, Platón le da el nombre de Idea del
Bien. Bueno es aquello que cumple con su esencia, con su ser, bien y ser vienen a
coincidir en la perspectiva platónica. Por ello, para Platón, la “idea de Bien” es lo
mismo que decir “la idea de las ideas”, la idea de Bien es la idea y el ser.
Platón compara (por ejemplo, en el mito de la caverna) la idea de Bien con
el sol: el sol no sólo proporciona luz para que todo lo demás pueda ser visto, sino
que él mismo también con esfuerzo puede ser mirado. Análogamente, la idea del
Bien proporciona el aspecto y brillo a las demás ideas, y además ella misma es
también idea. La idea del Bien no sólo proporciona verdad y conocimiento, sino
que ella misma también necesita ser conocida por el alma humana. Por ello, la
idea del Bien no es una idea como otra cualquiera: el principio mismo de todas las
demás ideas no puede estar sometido a ningún otro principio ulterior, la idea de la
que todas las demás participan no puede ella misma participar de nada por
encima. Queda claro pues que, para Platón, el Bien es algo mucho más complejo e
importante que un simple concepto moral, constituyéndose en esa máxima
realidad que debe guiar tanto al conocimiento como a la acción humanas; la virtud
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socrática se ha elevado, en manos de Platón, a principio rector de todo lo
existente.
Este hecho queda reforzado por la convicción platónica de que la humanidad se
encuentra entre dos “mundos” y dirige su “mirada” hacia un lado u otro. El
camino que va del mundo de la sensibilidad al mundo de las ideas es el camino
que Platón expone como medio de alcanzar el único conocimiento verdadero. El
hombre puede llegar a conocer las ideas mediante el alma, tal y como se nos dice
en el fragmento que comentamos. Además, el hombre es un compuesto de alma y
cuerpo; el alma se encuentra encerrada en el cuerpo y limitada por él. El camino
descrito anteriormente es, en realidad, el camino que el alma debe seguir para
liberarse progresivamente de las ataduras del cuerpo y de los sentidos, lo que le
permitirá llegar al conocimiento verdadero.
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